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Foto del escritorDaniel Daroca

Ariadna pide excusas - a su manera


Prólogo

Ovidio hizo ejemplo de paciencia al recorrer el Egeo para entrevistar a las amantes de los héroes famosos que formarían parte de su Heroidas. Dice un comentarista que Ovidio logra entrevistar a una exangüe Ariadna, ya entre la vida y la muerte, en una playa de Naxos. Y que luego de engullir un emparedado que Ovidio le presenta, Ariadna le dicta de un tirón su carta a Teseo, la carta # 10 de Heroidas. Otros comentaristas aseguran que, por el contrario, Heroidas es una obra de ficción escrita por Ovidio sin moverse de Roma. ¿Quién sabe? Sea como fuere, Ovidio exagera en la Carta #10, es sensiblero, es incoherente, y presenta una Ariadna hueca y lamentable. ¡Tampoco me convencen Catulo, ni Jorge Guillén, ni el mismo Monteverdi con su Lamento interminable! Gracias a Dios que la ópera Arianna se perdió. Yo mismo escondí algunos manuscritos y boté otros. Es que la obra era sumamente aburrida y, de contra, tenía un prólogo. ¡La duquesa se quejó de que la obra era muy seca y que necesitaba más acción! Yo recuerdo que me quedé dormido durante el estreno y que me sacaron del salón por roncar. Corría el año 1608. Como castigo por mi grosería, me encerraron en un calabozo y me hicieron escuchar la ópera 1608 veces. Creo que se les fue la mano; fueron casi cinco años de tortura. El Duque Gonzaga quedó arruinado en el proceso, pero les dio trabajo a muchos con estas funciones extra de Arianna. Me enteré luego de que Haydn había escrito una cantata corta del mismo tema en italiano y de que Richard Strauss escribiera una algo más larga en alemán. De todos modos, nadie hasta ahora le ha hecho justicia a Ariadna ni ha tomado en cuenta, al analizar su destino, la familia disfuncional de que proviene.


Por eso me ha alegrado tanto recibir el manuscrito de Ariadna de su puño y letra llegado hace unos días en una vasija a una playa de Miami. Luego de limpiar los fragmentos de algas y moluscos, he logrado reconstruir un extracto de esta excusa de Arianna. Aquí les entrego una versión al español. junto a otra algo maltrecha al inglés por cuyos defectos me responsabilizo. Varias ilustres universidades europeas están colaborando en la preparación de una edición facsímile. Yo he querido, entretanto, no hacer esperar a nuestros amigos. Aquí les dejo la carta. Espero que no juzguéis a Ariadna muy severamente. Yo ya la he perdonado.


Ariadna pide excusas- a su manera

¿Con una familia como la mía, quién puede sorprenderse de que yo haya sido cómplice de Teseo en la muerte de mi medio hermano? El bribón de Teseo me había prometido casarse conmigo, y ya como que era mi último tren. Él llegaba en la noche y se acostaba a mi lado en su armadura. Apestaba a cabra vieja, pero era muy inquietante, y al fin no pude resistirme.


¡Imagínense que mi señora madre, la venerable Reina Perséfone, sedujo a un toro metida dentro de una vaca de madera! Eso había que justificarlo de algún modo, y le echaron la culpa a Poseidón. Mi pobre medio hermano, el Minotauro, que en paz descanse, resultó el engendro de tal unión. Enseguida lo metieron debajo del palacio y comenzaron a alimentarlo con sobras. Poco a poco se convirtió en un monstruo caníbal y al final lo confinaron a un laberinto. Lo alimentaban con vírgenes y efebos. Y este ejercicio lo justificaban como sacrificios necesarios por el bien de la Patria. Por suerte, el Minotauro no comía mucho. Tampoco olía muy bien, dicho sea de paso, y sufría de una fuerte halitosis. Al menos, su aliento actuaba como una especia de anestesia rudimentaria, y así sus víctimas no sufrían tanto. (A mí no me consta, pero me lo decía mi padre, el Rey Minos. Yo nunca estuve segura de lo que me decía, porque como muchos reyes y grandes personajes, mi padre era un mentiroso patológico). En realidad, y quiero dejarlo claro, casi nadie olía bien en Creta.

Una de mis tías más queridas, Circe, se hizo famosa por convertir a los compañeros de Odiseo en marranos, pero yo podría contar muchas historias más jugosas de sus desmanes. Y mi prima Medea resultó una infanticida elegante. Siempre vestía muy bien, y cuidaba de no mancharse la ropa.


Por su parte, mi hermana Fedra era una redomada pervertida. Supe que deseaba a Hipólito, el joven hijo de Teseo. Bien le vale a Teseo, el traidor que me dejó abandonada en esta isla maldita. Ahora lamento haberle dado el hilo cuando bajaba al laberinto. Ya nunca podré regresar a Creta. Y de contra, y eso es lo que más me duele, por más que me bañe varias veces al día, no he logrado jamás quitarme el olor a cabra vieja.


A decir verdad, sólo nos faltaron la Hidra, el Kraken y la Gorgona para haber completado la familia perfecta. ¿Y con una familia como la mía, quién puede acaso culparme por lo que hice?


Daniel Daroca


Ariadne in Miami: “The Night and the Moon” ~ December 14 and 15, 2024, presented by The Opera Atelier

 

Referencias:

 


-Ovidio, Heroidas Carta X:  Español (Ariadna a Teseo)

 

-Monteverdi, Il Lamento de Arianna, Anne Sofie von Otter

 

-Haydn, Arianna a Naxos, Janet Baker

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